El control de plagas y enfermedades en los cultivos es permanente en el campo. Programas de investigación, capacitación, subsidio de ciertos fertilizantes, el uso de semillas más resistentes y la utilización adecuada de pesticidas se promueven entre los campesinos. El objetivo es reducir los daños de las plagas a la producción agrícola ya sea para el mercado interno o internacional.<br>
Las fuertes lluvias y altas temperaturas se convierten en las peores amenazas contra los cultivos, pues su combinación hace que se proliferen plagas, hongos y otros organismos que pueden destruir las cosechas y reducir los niveles de productividad. En la lista de víctimas potenciales está el banano, cacao, maíz, arroz, soya y otros cultivos de ciclos cortos.
En los últimos cuatro años, las plantaciones de maíz y banano sufrieron el embate de las plagas.
El banano ha llegado a niveles del 30 % de pérdida por la sigatoka negra. El año pasado, el cultivo de arroz fue atacado por el caracol. El enemigo principal del maíz es el cogollero que destruye las hojas y la mazorca. Todos estos factores no solo destruyen las plantas, sino que demandan altos gastos para su tratamiento y control.
Las inspecciones del gobierno son permanentes. Rodolfo Benítez, subsecretario de Agricultura, sostiene que este año no hay reportes alarmantes de plagas en ninguno de los cultivos tradicionales. “En las plantaciones donde el gobier48 no interviene no hay proliferación de estas. Hay un componente muy fuerte de capacitación a los agricultores. Es más, se exige a las compañías químicas que incluyan dentro de sus programas, por ejemplo, el manejo de envases y el buen uso de insumos agrícolas”.
En esa tarea está el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap), Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuaria (Iniap) y Agrocalidad, que trabajan en coordinación con otras entidades. Según Benítez, la instrucción se da a los dueños de las pequeñas fincas. “El objetivo es aumentar la productividad de esas plantaciones, ya que se consideran la parte más frágil del agro. No tienen los recursos para pagar buenos técnicos y por eso el Estado interviene”.
CONTRA EL BANANO
Ovidio Carrión, productor bananero de cinco hectáreas, sabe que en cada invierno sus costos de producción aumentan por evitar que el hongo de la sigatoka prolifere. “Ahora nos están capacitando y nos ayudan con fertilizantes subsidiados. He podido controlar el hongo, pero esperemos que no se desborden los ríos porque ahí se complicaría todo”, manifiesta.
La alta temperatura, humedad relativa y lluvias favorecen el desarrollo de la enfermedad. Las corrientes de viento, especialmente durante períodos de tormentas, contribuyen en la propagación a largas distancias. Las zonas con más riesgo de la sigatoka negra están en la provincia de El Oro, que registra cerca de 50 mil hectáreas de plantaciones.
El banano es el segundo rubro de exportación del país, pues supera los dos mil millones de dólares y genera empleo para más de un millón de personas.
Otras condiciones como alta densidad de siembra, la fertilización inadecuada o impuntual, falta de canales de drenaje, retraso en labores culturales, como: deshoje, cirugías, nutrición y manejo de malezas se suman a las condiciones climáticas haciendo más difícil el cuidado de las plantaciones.
EN BUSCA DE MAÍZ
La escasez de agua también se convierte en una mecha de pólvora, pues incentiva que muchos gusanos se reproduzcan. Entre ellos está el cogollero.
Juan Chóez, productor de ese cereal, explica que el insecto se come las hojas y daña la planta. “El año pasado se me destruyó una buena parte de la plantación. Ahora se controla con fumigación y limpieza de maleza”.
El gusano cogollero es primero una larva que se convierte despúes en la palomilla nocturna; considerado una de las principales plagas del maíz.
Por ello amerita poner todo el interés del caso para controlarlo.
Según los expertos, tanto la larva como el gusano pueden raspar, cortar y comer hojas. Se la llama cogollero porque se mete dentro del cogollo (parte interior de la planta y de la mazorca).
Los agricultores también tienen aliados para combatirlos. Se trata de las avispas, hormigas y demás insectos que se los comen.
EN EL AUSTRO
Mientras los campesinos y los técnicos del Magap pulen sus estrategias para controlar las plagas de la costa, el Iniap desarrolla investigaciones para controlarlas en las postcosechas en el austro. El objetivo es identificar a las principales que afectan la calidad de granos básicos como el maíz y el fréjol.
Se calcula que las plagas después de la cosecha representan, aproximadamente, el 20 % de pérdida del producto mundial de granos almacenados.
Catalina Bravo, responsable de los laboratorios de Protección Vegetal de la Estación Experimental del Austro del INIAP, señala que el trabajo arrancó en los campos de productores con la identificación de las diferentes formas de almacenamiento de granos y los problemas fitosanitarios que los afectan.
Para la investigación se toman muestras de los granos dañados en los campos de los agricultores, se llevan al laboratorio, donde se hace el aislamiento, la identificación taxonómica de los insectos y hongos colectados en los granos y se clasifica.
El trabajo de investigación genera y entrega información técnica confiable a los productores y otros actores vinculados a la actividad agropecuaria acerca de las principales plagas que afectan las cosechas de maíz y fréjol almacenado en las provincias de Azuay y Cañar.
Fuente: Revista La Otra